Cada vez más profesionales alzan su voz en contra de los castigos tradicionales cuando un niño no se comporta de forma “adecuada”. Cada vez hay más libros que explican por qué los castigos no suelen funcionar realmente, aunque parezca que si funcionan temporalmente.

Podemos encontrar muchos libros que usar como guías para encontrar una forma distinta de relacionarnos con nuestros hijos y poder vivir de forma más respetuosa en nuestra familia.

¿Por qué no funcionan los castigos?

  • Porque crean resentimiento en nuestros hijos
  • Porque nuestros hijos pueden perder la confianza en nosotros
  • Porque pueden promover el engaño y la mentira (la próxima vez me esconderé para que no me pillen)
  • Porque provoca que los niños se comporten bien sólo por miedo al castigo, no porque quieran realmente comportarse bien
  • Porque enseñan que el más fuerte es el que tiene la razón (o la impone)
  • Porque con el castigo le evitamos el proceso interno de darse cuenta del error que han cometido y enfrentarse a él (y a sus consecuencias)
  • Porque la mayoría de los padres que castigan mucho a sus hijos reconoce que no sirve de nada y que sigue comportándose igual

¿Por qué castigamos?

  • Porque hacemos lo que estamos acostumbrados a ver. Seguramente en nuestra infancia también fuimos castigados y pensamos que es la única manera de hacer las cosas
  • Porque pensamos que funciona (y a corto plazo suelen hacerlo)
  • Porque tenemos miedo de que si no castigamos a nuestros hijos repetirán el mal comportamiento o incluso algo peor (que no se te suba a las barbas…)
  • Porque es lo que se espera de nosotros. Las personas que eligen otra forma de corregir a sus hijos suelen recibir muchas críticas por parte del entorno

¿Entonces qué podemos hacer?

Normalmente lo que el entorno suele recomendar a un padre de un niño que se comporta mal es castigar de forma aún más severa. Consideran que el castigo ha sido demasiado laxo y que el niño encesita más “mano dura”. Sin embargo, aunque el castigo sea más duro tampoco funciona…y vamos endureciendo el castigo más y más…¿hasta donde se puede llegar con un castigo? ¿a no ver la Televisión nunca más? ¿a estar castigado de por vida?

Yo creo que es mejor buscar una alternativa al castigo. Si quieres un resultado diferente no sigas haciendo lo mismo.

Adele Faber y Elaine Mazlish en su libro “Como hablar para que sus hijos le escuchen y cómo escuchar para que sus hijos le hablen” dan unas pautas que podemos seguir:

  • Expresar los sentimientos sin atacar ni etiquetar: Me ha molestado que no me hayas devuelto mi sierra nueva y la hayas dejado tirada en el jardín
  • Manifestar nuestras expectativas: cuando presto mis cosas a alguien, espero que las cuiden y me las devuelvan
  • Enseñar al niño cómo rectificar y resolver la situación: ahora puedes arreglar mi sierra limpiándola con un estropajo
  • Dar opciones al niño: puedes pedirme las herramientas y devolvémelas o no pedírmelas
  • Tomar medidas (si se repite la situación): cerrar la caja de herramientas con llave
  • Buscar juntos una solución: ¿qué crees que podríamos hacer para que no se vuelva a repetir?

¿Y vosotros habéis encontrado alguna alternativa al castigo?