Continuamos con la Serie de Artículos “Con los Niños NO” y empezamos con las entrevistas a expertos con Olga Carmona, psicóloga clínica y experta en Psicopatología Infanto-Juvenil al frente de la página web Psicologa CEIBE junto con el conocido Alejandro Busto.

Quiero agradecer a Olga su participación en esta serie de artículos, con un tema tan complicado de abordar pero que ella ha analizado con una profesionalidad y entereza envidiables.

Y sin más dilación, os dejo con la entrevista:

Olga, hoy vamos a hablar de un tema un poco “tabú” del que casi nadie habla: los abusos sexuales a menores ¿Por qué crees que se habla tan poco de este problema cuando el 20% de los adultos sufrieron abusos durante su infancia o adolescencia? Es un porcentaje altísimo en mi opinión.

Es, efectivamente, un porcentaje altísimo. Pero debo señalar que no ha aumentado respecto a décadas anteriores. Lo que sí ha aumentado es su denuncia y detección.

Son muchas las razones por las que este tipo de maltrato infantil es tabú. Por un lado este es un país donde hemos sido y somos muy benevolentes con muchas formas de maltrato, si éste se produce dentro del ámbito familiar. Existe una creencia todavía muy arraigada sobre no opinar ni intervenir con aquello que pasa dentro de la esfera privada, de la “intimidad” de cada familia.

Si a eso le sumamos el inmenso secretismo y halo de prohibido que afecta a todo lo que tiene que ver con sexo, ya tenemos algunas de las variables. Pero hay más.

En el caso concreto del abuso infantil es especialmente fácil que el agresor logre el silencio por parte de la víctima. Por razones bastante obvias, un niño no es capaz de discernir en lo que a conductas sexuales se refiere, qué está bien y qué está mal. El agresor, por otra parte suele formar parte de la familia directa o por lo menos muy allegado. Luego hay, además, un compromiso de lealtad, cuando no de amor hacia el agresor. En todos los casos hay manipulación, chantaje y culpa. También miedo, por un lado a no ser creído. Por otro, a perder el “amor” y “protección” del agresor, cuando éste es alguien muy cercano al niño.

¿Existe un perfil del abusador? O dicho de otra forma ¿los padres podríamos “detectar” a un posible abusador en nuestro entorno?

No existe un perfil determinado de abusador. Sí podemos hablar de algunas características más generalizadas que otras, por ejemplo, son mayoritariamente hombres (en torno al 90%) y casi siempre conocidos o muy cercanos al entorno del niño.

En torno al 40% de los agresores, fueron agredidos en su infancia con ésta u otras formas de abuso. Es un porcentaje importante pero no determina tampoco un perfil concreto.

Son adultos de apariencia normal, que están socialmente integrados y que hasta puede que mantengan una vida sexual normal.

Sin embargo, sí que se han establecido dos tipos de agresor sexual infantil: el abusador situacional, que no es propiamente un pedófilo, es decir, no tiene una orientación sexual dirigida hacia los niños sino que cometen el abuso con el objetivo de sentir poder, no hay un móvil sexual. Suelen ser personas de muy baja autoestima, con muchas dificultades para resolver problemas, y grandes dosis de ansiedad.

Por otro lado está el grupo, más reducido pero más peligroso, de los auténticos pederastas. En éstos el móvil es puramente sexual ya que tienen una única y exclusiva adicción a los niños como objeto sexual.

¿Por qué crees que la mayoría de la gente sigue teniendo tanto miedo a que sus hijos hablen con desconocidos cuando la mayoría de abusadores son amigos o familiares?

Esta es una gran paradoja sobre nuestras creencias ya que el foco alumbra estadísticamente más hacia padres y hermanos de la víctima que hacia extraños fuera del entorno familiar.

Sin embargo, es difícil aceptar que un miembro cercano de tu familia, que puede ser tu propio marido sea el agresor, de hecho, cuando esto es así es la mayoría de las veces ocultado y negado por la madre.

[pullquote]Creemos conocer a aquellos con quienes convivimos lo que hace que los percibamos como cero amenazantes[/pullquote]

Creemos conocer a aquellos con quienes convivimos lo que hace que los percibamos como cero amenazantes. Es mucho más fácil temer lo desconocido, dudar del extraño a tener que enfrentar que algo así ha sido perpetrado por alguien a quien creiamos conocer y en muchos casos hasta querer.

Rompe por completo nuestra estructura vital y nos deja sin recursos. Si el mal viene de fuera, es más manejable.

¿Existe alguna forma de prevenir el abuso? ¿Qué se puede hacer en el seno familiar para dotar a nuestros hijos con estrategias de prevención?

Por supuesto. Una vez que sabemos cuáles son los factores de riesgo, es decir, aquellas variables que aumentan la vulnerabilidad de un niño a ser agredido sexualmente, podemos y debemos intervenir desde el lugar más sensible y de mayor influencia para nuestros hijos: la familia.

Somos los responsables en gran medida de la seguridad y la autoestima de nuestros hijos, de la relación de confianza que exista entre ellos y nosotros, de la comunicación y de la información.

[pullquote]Un niño que se sabe amado, aceptado y vive en un entorno en el que sabe que puede confiar es menos vulnerable[/pullquote]

Un niño que se sabe amado, aceptado y vive en un entorno en el que sabe que puede confiar es menos vulnerable, no va a necesitar buscar la aceptación o el cariño a manos de un extraño.

La información sobre sexualidad debe existir siempre, tienen legítimo derecho a saber, de la misma manera que se les enseña sobre el resto de asuntos del mundo. Adaptándolo a su edad, pero básicamente hay que transmitir la idea de que su cuerpo es su territorio, mandan en él y por lo tanto nadie lo toca sin su permiso.

[pullquote]hay que transmitir la idea de que su cuerpo es su territorio, mandan en él y por lo tanto nadie lo toca sin su permiso.[/pullquote]

Funcionan también como factores de protección o prevención, un ambiente familiar sin castigos, relaciones entre los padres desprovistas de violencia, planificación familiar (existe mayor riesgo en hijos no deseados) y la consideración del niño como persona no como propiedad de la familia, entre otros.

Tengo entendido que a veces los niños silencian los abusos. Se sienten culpables y no cuentan nada ¿Cuál crees que es la causa de que no pidan ayuda a sus padres?

Una situación de abuso sexual siempre implica además el chantaje, la manipulación, la culpa, la vergüenza, el miedo y la indefensión por parte del abusado.

Especialmente en niños menores de tres años o con alguna discapacidad psíquica o física, la indefensión así como la confusión es prácticamente absoluta.

Es la mayoría de los casos, los niños son presionados para guardar silencio haciéndoles creer que ellos son la “causa” del abuso, que ellos la propiciaron. Se trata de una relación de poder donde hay una parte muy vulnerable que está sometida, no sólo sexual, sino emocional y psicológicamente.

Por eso, crear un clima familiar donde nuestros hijos puedan confiar, educar personas seguras, con una autoestima bien construída, informadas, serán niños a los que les habremos dado las herramientas que necesitan para protegerse o defenderse de esta y de otras agresiones en un mundo poco fácil para ellos.