Comienzo la semana con otra historia de lactancia ¡mil gracias a mis lectoras por ser tan maravillosas!

Hoy vais a leer la historia de Isabel María, una mamá que no lleva mucho tiempo dando el pecho pero que se ha convertido en una experta absoluta de la teta.

Os dejo con ella:

La historia de mi lactancia es una historia aún inconclusa. Mi bebé, Miriam, nació el 10 de abril de 2013, y en el momento en que escribo esto, le quedan aún tres días  para cumplir los tres meses. Así que estoy a las puertas de la temida “crisis de los tres meses”… Pero empecemos por el principio.
 
Antes de dar a luz tenía claro que quería dar el pecho a mi hija. Mejor dicho, quería “intentar” darle el pecho. Cuando me preguntaban qué iba a hacer, respondía: “Sí, quiero dar el pecho, si puedo…”  Ahora comprendo cuán arraigada estaba en mí la idea de que dar el pecho era una cuestión más o menos de suerte, ya que había tantas mamis que no podían…  La verdad es que no leí apenas nada sobre lactancia, y en la charla que la matrona nos dio en la educación prenatal recuerdo que me quedaron muy claros los magníficos beneficios de la lactancia materna,  pero también que había que esperar un mínimo de dos horas entre toma y  toma, que no había que dejar que se durmiera al pecho… y un montón de ideas confusas y (ahora estoy convencida de ello) equivocadas que para lo único que me sirvieron fue para dificultar un poquito más el inicio de la lactancia. 
 
Y entonces llegó Miriam. Mi  niña nació por cesárea, porque venía de nalgas y no hubo  manera de que se diera la vuelta, así que, a las 38 semanas y tres días, me la trajeron al mundo a través de una cesárea programada de la que guardo, por suerte, muy buen recuerdo. Nos separaron durante cuatro horas. Y por fin, cuando me la subieron a la habitación, lo primero que hice fue ponérmela al pecho. Creo que tuve suerte, porque Miriam se enganchó rápidamente y empezó a chupar con fuerza y tesón, así que el primer paso estaba dado y había sido fácil. Aún así, a las pocas horas ya tenía dos pequeñas llaguitas en los pezones que en los días siguientes se convirtieron en dos postillitas. Y sí, me dolía; bastante, sobre todo el enganche; y probé posturas y le di vueltas a Miriam (con la poca movilidad que la raja de la barriga me dejaba todavía) pero seguía doliendo, y aún así, seguimos para delante.   
 
Una de las cosas que nos había dicho la matrona era que los bebés venían con reservas para 48 horas, así que yo no me preocupé por si había leche o no, yo me la ponía al pecho, y punto. Eso sí, tuvimos que saltarnos a la torera la “prescripción” del pediatra: no antes de dos horas ni más de cuatro, y sólo 7 (!!!!) minutos de cada pecho.  La niña lloraba antes de esas dos malditas horas, se callaba al pecho y parecía plácida y feliz y, además, podía llevarse mamando casi media hora de cada lado. ¡A la porra las normas! Y así empezamos a enterarnos de qué era eso de la lactancia “a demanda”.
 
La lactancia con Miriam, hasta el momento, ha sido un éxito: ella engorda y está feliz. Sin embargo, no me quedan muy lejos los momentos en los que le decía a mi pareja: “Esto no va bien. Algo debemos estar haciendo mal. Come muchas veces al día y pasa mucho rato mamando”. Y también las horas en las que me daba cuenta, dando el pecho, de que estaba literalmente atada a esa pequeña criatura que necesitaba de mí para su supervivencia y me reclamaba tan frecuentemente, con fuerza y determinación. Mi pareja me decía: “Bueno, Isa, hemos optado por la lactancia materna porque es bueno para ella, ten paciencia”. Y yo le miraba pensando que a él no le dolía, que no pasaba tantas horas sentada en el sofá y que su vida no se había reducido, como en esos momentos me parecía, a dar de mamar con pausas para cambiar pañales y echar una cabezadita de vez en cuando. Y siempre llena de dudas.  En todos esos momentos me ayudó muchísimo la comunidad de mamis de internet: blogs, webs, Carlos González… 
 
Y así, recuerdo el día que llegó mi pareja del trabajo y, por supuesto con la pequeña Miriam pegada al pecho, le dije: “Cariño, quiero que sepas que, ahora, ahora sí que he optado por la lactancia materna”. Había leído mucho, me había informado, había despejado mil dudas y llevaba dando el pecho unas tres semanas. Empezaba a disfrutar, a sentirme incluso orgullosa de lo que estaba haciendo, y estaba preparada para llevarlo adelante con todas sus consecuencias.
 
Y así hasta el día de hoy. Cuando la gente me pregunta, “Pero ya le toca?” siempre respondo que sí, jejejeje, paso de explicarles que Miriam tiene que comer siempre que tenga hambre, o sed, o ganas de mamá. Y estamos todos muy felices. Sólo llevo tres mese dando el pecho, pero siento que he aprendido y evolucionado mucho en este tiempo. A finales de octubre me incorporo al trabajo, y para entonces Miriam tendrá más de seis meses, espero seguir dándole el pecho y habremos empezado con la alimentación complementaria, supongo. Pero eso, eso ya es otra historia.
 
¡Muchas gracias Isabel María por esta historia tan bonita! Espero que sigas disfrutando de la lactancia mucho más tiempo 🙂

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Si quieres leer más historias aquí tienes las anteriores:

– La historia de Eva

– La historia de Sylvia

– La historia de Sandra

– La historia de Carlota

 – La historia de Conchi

– La historia de Carla Candia

– La historia de Ana

– La historia de Susana