mano-bebeDesde que me quedé embarazada, he sufrido varias “crisis existenciales”.

Por un lado, yo había leído todo lo que caía en mis manos sobre maternidad, crianza, educación infantil, etc. y sabía e incluso compartía las opciones habituales en la crianza de los bebés: no cogerles en brazos para no acostumbrarles, dejarles llorar para que aprendan a dormirse solos, etc.

Por otro lado, la mayoría de los consejos que recibía repetían los mismos tópicos de antes.

Sin embargo, mis instintos me decían otra cosa muy distinta, así que me debatía constantemente contra mi misma. Cuando cogía en brazos a mi hija y la calmaba me sentía bien, pero al mismo tiempo me sentía culpable por ignorar a los “expertos”.

Con el tiempo, una vez he decidido ignorar conscientemente a esos expertos me siento más tranquila y con más confianza en mi misma, porque sé que no hay nadie más experta que yo en mi hija y además se que lo que necesita mi hija no lo voy a encontrar en ninguno de esos libros, porque se encuentra dentro de mi.

Si los padres dejamos de buscar soluciones rápidas y fáciles y volvemos a confiar en nuestros instintos, seguro que tendremos niños más felices y familias más sanas.

Para que los niños crezcan sintiéndose protegidos y seguros, deben tener confianza en sus padres y saber que siempre que lo necesiten serán atendidos y queridos. Eso que los psicólogos llaman el “apego seguro” se consigue de forma muy fácil con TIEMPO.

Y además no necesitamos hacer planes extravagantes, gastarnos mucho dinero en juguetes ni nada complicado para pasar tiempo efectivo con los niños. Ellos sólo quieren nuestra atención y afecto. De hecho, es lo que da sentido a sus vidas…por lo menos mientras son pequeños.

Los niños se benefician tanto física como mentalmente cuando sus padres deciden criarlos aceptando su naturaleza y dejando fluir sus sentimientos e instintos, no hay que tener miedo de llevar en brazos a los bebés tanto como se quiera ya que contrariamente a lo que se dice popularmente, no es posible malcriar a un bebé por exceso de cariño.