Mi hija Alejandra (15 meses) es una apasionada de la cocina. Le encanta ver cómo cocinamos o preparamos cualquier cosa (aunque sea un simple bocadillo), así que nosotros intentamos complacerla porque ¿quién sabe? quizás en el futuro sea una Arguiñana famosa internacionalmente 🙂

Para que pueda ver bien lo que cocinamos la solemos sentar en la encimera de la cocina, a una distancia prudencial de los fuegos, pero suficientemente cerca para verlo todo bien.

Pues esta noche mientras yo preparaba la cena y ella estaba sentada en su hueco de la encimera, estaba preparando una ensalada y he puesto a calentar la sartén para hacer unas chuletitas de pavo que compro mucho útimamente en el Mercadona, porque la verdad es que están de muerte y a mi hija Pilar (5 años) le encantan!

Bien, pues mientras se calentaba la sartén he dejado un momento las chuletitas de pavo delante de Alejandra y en menos de dos segundos se ha comido dos pedazos de chuleta ¡crudos!!! puajjjjj

¡Me ha dado la risa floja! ¡y lo mejor de todo es que me pedía más!

En fin, no puedo decir que a mi hija no le guste todo 🙂