Hace unos días, llegó a mis manos un artículo publicado en la web edukame, que habla de lo inquietos que pueden llegar a ser los bebés en la etapa de los 12 a los 18 meses (o más).

A mi me viene que ni pintado porque Alejandra cumple mañana 15 meses y hace todas las trastadas que comenta el artículo (menos poner galletas en la lavadora, que esa todavía no lo ha hecho 🙂 ).

Lo copio a continuación, porque creo que puede ser muy conveniente para que los papis que tengan hijos de edades similares, no piensen que sus hijos son “pequeños demonios desordenadores” 🙂

Entre los 12 y 18 meses, cuando han aprendido a caminar se produce un estallido de energía que se traduce en:

  • No quieren estarse nunca quietos. Tienen mucho interés en ir de un lado para otro.
  • Les gusta trasladar las cosas, los juguetes, los zapatos, los libros, la ropa… en definitiva, todo lo que puedan alcanzar con sus manos lo acogerán para trasladarlo a otro sitio.
  • Les gusta meter las cosas dentro de…. la lavadora, el vater, los cubos, los cajones.
  • Se intentará subir allá donde pueda: el mueble del salón, sillas, taburetes, el sofá e incluso meterse en sitios que ni tú hayas podido imaginar.
  • La puedes pillar vaciando el armario del lavabo y metiendo las cosas en el váter, o estirando del rollo de papel higiénico por todo el lavabo, o llevándose a la boca las botellas del jabón, comiendo de la pasta de dientes, etc….

Bien todo esto no lo hace para darte a ti más trabajo, ni para enfadarte porque te ha desordenado todo o porque te ha tirado al váter la funda de tus gafas que tenías en la mesita del salón.

Todo esto lo hace porque afortunadamente tiene un espacio para poder hacerlo, tiene la libertad de movimiento para hacerlo y tiene un vínculo afectivo seguro que le permite tener la suficiente seguridad como para investigar.

Así que, felicidades!! Tu hijo/a está creciendo de forma sana. Saltando, trepando, subiendo, metiendo, desplazando, sacando, señalando, imitando está adquiriendo seguridad, independencia y cultivando su inteligencia.

Lo que a los padres nos parece travesuras (porque claro, abrir la lavadora y encontrarte galletas dentro….), es lo que toca para su buen desarrollo. Aunque ya entienden buena parte de lo que les decimos, nos harán caso a ratitos, o ni eso y encima nos dirán, No!

¿Qué podemos hacer? Adaptar la casa a su medida para no tener que estar regañándoles. Sacar de su alcance todo lo que no queramos que toquen; poner cierres especiales en los armarios o cajones que no queremos que abran y dejarles algunos libres para que ellos puedan jugar a investigar. Esto será sólo por una temporada. Si sacian su sed de moverse y tocarlo todo se supera con éxito esta etapa (y luego pasan a otra, claro).

Aunque es bueno dejarles experimentar, también es bueno y necesario ponerles límites. Decirles No, eso no se toca; eso es peligroso; con eso no se juega que es de mamá; ahora vamos a jugar a recoger, etc. sin gritarles ni enfadarse, pero sí con seguridad y constancia. Puede que no hagan caso o nos digan No!

Y es que en estas edades empieza el proceso de autoafirmación, por lo que los/las peques utilizan el No, o la desobediencia para establecer su poder por encima nuestro. Eso es bueno. Fastidia a los padres, pero esta expresión forma parte de su desarrollo. Y para que tengan un crecimiento sano, nos toca empezar ya a mostrarles los límites.

Si como padres tildamos la actitud de nuestros hijos de traviesa, movida, rebelde, inquieta no les estamos ayudando a crecer. Esta etapa dará lugar a otra en que ya no les interesará tanto tocar y desplazarlo todo ni subirse por todas partes.

Así que os animo a que disfrutéis de las pequeñas conquistas de vuestros hijos en el camino de hacerse mayorcitos, con mucha presencia, tiempo y paciencia pues como dicen los padres de hijos adolescentes, el tiempo pasa muy rápido!!

Por último y no menos importante, a los padres nos hace perder la paciencia el querer hacer cosas de la casa y no poder porque hemos de estar por su exploradora actividad.  Mientras dura esta temporadita más nos vale organizarnos de otra manera, relativizar el desorden, la limpieza de la casa. Intentar posponer los quehaceres domésticos para cuando duerman y hacer lo mínimo imprescindible en su presencia.

Esta actitud será menos exigente y sana para nosotros y nuestros peques se beneficiarán pues seguro nos ayudará a tener mejor humor y paciencia!