Cuando Pilar tenía un añito recién cumplido, teníamos previsto un viaje de fin de semana en Burgos los tres, papi, Pilar y yo (Alejandra obviamente aún no había nacido 🙂 ).

Lo estuvimos organizando con muchas ganas porque era nuestro primer viaje solos desde que naciera la niña y estábamos bastante emocionados con la idea. Teníamos la reserva del hotel, las visitas que íbamos a hacer allí y ya habíamos pensado en cómo nos íbamos a organizar para que ella pudiera dormir sus siestas y no sufrir mucho con el cambio de rutina.

Bien, pues la noche anterior al viaje, Pilar se puso con batante fiebre y por la mañana empezó a respirar mal. Yo la notaba como que le costaba respirar y el pecho se le hundía bastante, así que nos fuimos a urgencias.

Allí habia muchísimos niños en la sala de espera y la pobrecita Pilar ardía de fiebre y respiraba regular…y así estuvimos más de dos horas esperando a que nos atendieran.

Cuando por fin entramos en la zona de consultas, desnudaron a la niña y le tomaron la temperatura, luego le auscultaron el pecho y la garganta y después vieron que tenía bronquiolitis por lo que necesitaba ponerse una mascarilla durante un rato para recibir el tratamiento adecuado y además tenía que tomar apiretal para bajar la fiebre porque la tenía muy alta.

La pobre niña lloraba, estaba nerviosa, se encontraba en un lugar extraño, desnuda, le obligaron a tomar el apiretal y lo odiaba, le pusimos la mascarilla que le molestaba un montón y no la dejábamos moverse…fue bastante duro y el pediatra con muy poquita empatía le dijo con cara de estar muy enfadado “¡oye, no llores que no te he hecho nada!”. Yo aluciné tanto qupe no fui capaz de abrir la boca, pero mi marido que en esos momentos de tensión suele mantener muy bien la calma le dijo “hombre, pues si yo estoy enfermo y llego a un sitio desconocido y me desnudan y me meten un termómetro por el culo, creo que también lloraría” y todo esto lo dijo sonriendo por lo que el pediatra tuvo que admitir “es que visto así, sí que tiene sentido”.

Pues claro que tiene sentido y claro que visto así, osea, visto desde el punto de vista de una bebé asustada que resulta que es la paciente ¿acaso hay otra forma de verlo?

Bueno, pues después de tres horas dentro de las consultas, una dosis de apiretal y dos dosis de ventolín en mascarilla nos dieron el alta.

Mi chico siempre le ponía voz a Pilar cuando no sabía hablar y dijo con su voz de bebé “¡no me ha gustado nada Burgos!” 🙂

Tres semanas después volvimos a reservar el hotel para ir a Burgos y Fernando poniéndole voz a la niña otra vez dijo “Yo no quiero ir a Burgos que te desnudan y meten cosas por el culo”. Nos reimos bastante, incluso la niña, aunque creo que no pilló la broma.

La verdad es que el fin de semana fue todo un éxito y lo pasamos genial y no, no nos metieron un termómetro por el culo 🙂