En el libro El niño Feliz hay un diagrama en el que se muestra cómo puede influir el temperamento de la mamá y del bebé y sus combinaciones para que las primeras semanas de vida sean más o menos fáciles.

Me parece un gráfico super interesante:

Como vemos, el temeperamento de la mamá es clave para superar el reto de convertirse en madre y vivirlo con plenitud y felicidad. También es importante el temperamento del bebé, pero siempre que la madre esté relajada, aunque el bebé sea exigente o de alta demanda, las primeras semanas transcurren bien.

Creo que este diagrama es fundamental para las mamás primerizas, que son las que suelen sentirse más superadas por el hecho de convertirse en mamás y se sienten más inundadas de dudas.

Además, las madres primerizas son una diana para las opiniones y consejos no solicitados, lo que les crea más inseguridad y estrés.

Mi experiencia: ¿cómo pasé de mamá exigente a mamá relajada?

Cuando nació mi hija mayor, hace ya seis años, yo era una típica mamá exigente que quería hacerlo TODO perfecto. Y cuando digo todo, quiero decir todo. Mi necesidad de control era exagerada porque era la única forma que conocía para hacer las cosas bien.

Os pongo algunos ejemplos: nos levantábamos a las 7 y media de la mañana aunque no hubiéramos dormido en toda la noche porque ya había salido el sol y no quería que mi hija confundiera el día y la noche (uno de los primeros consejos a los que hice caso), el baño diario era obligatorio si o si, todos los días antes de salir de casa revisaba la bolsa para no olvidar pañales, ni bodie de repuesto, ni ropa…aunque fuera al parque de debajo de mi casa, me movía por toda la casa con un cuaderno en el que anotaba todos los datos importantes con respecto a mi hija: hora de la comida, minutos que estaba en cada pecho, qué pecho habia sido el último en tomar, si había hecho caca o no…vamos, que yo era bastante exigente y nerviosa 🙂

Y por otra parte, mi marido trabajaba muchísimo y mi familia vivía lejos, por lo que estaba y me sentía  bastante sola en mi crianza.



Todo esto hizo que mis primeras semanas como madre fueran bastante abrumadoras. Yo que estaba deseando abrazar a mi niña, conocerla y disfrutar de ella, estaba todo el día pensando en lo que debía de hacer para hacer las cosas bien, nerviosa y preocupada por todo, disgustada conmigo misma por no conseguir que mi hija no tuviera cólicos, por no tener la casa perfecta para las visitas, por no poder atender todas las llamadas de teléfono…

Mi hija era una bebé normal que comía bien y que dormía poco, pero tenía unos cólicos terribles que yo no era capaz de calmar ni con masajes, ni con calor, ni con paseos…lo único que me funcioanaba era tranquilizarme de verdad.

Así que en medio del llanto, con mis nervios a flor de piel y con el corazón a punto de salirse de mi pecho, tenía que tumbarme con mi hija y empezar a respirar leeeento. De esta forma, mi ritmo cardíaco bajaba y poco a poco de verdad empezaba a estar más tranquila y como por arte de magia, mi hija empezaba a tranquilizarse también.

Poco a poco, empecé a ver esta misma reacción de mi hija en otras situaciones. Osea, que cuando yo estaba tranquila de verdad, mi hija también lo estaba, no lloraba, dormía mejor y estaba más contenta.

Así que sin hacerlo conscientemente (o quizás si jeje) me fui convirtiendo en una madre relajada…empecé a cuestionarme lo que era prioritario y lo que no, empecé a ver que nuestra comodidad y tranquilidad era tan importante que merecía la pena luchar por ello, aunque  eso supusiera ir en contra de lo que la opinión mayoritaria y empecé a disfrutar realmente de mi maternidad.

Conforme han pasado los años, me he ido relajando cada vez más, con lo que mi familia ha ganado mucha tranquilidad.

¿Y vosotras sois mamás exigentes o relajadas?