Ayer pudimos ver en la primera parte de este artículo por qué son diferentes los videojuegos de la televisión y por qué nos enganchan tanto a todos.

Creo que quedó bastante claro que debemos intentar primero ver lo que nosotros como adultos estamos haciendo para entender que nuestros hijos sólo nos están imitando cuando pasan mucho rato jugando con el ordenador.

En el artículo de hoy voy a intentar explicar cómo podemos usar los videojuegos en nuestros beneficio o cómo podemos disminuir las horas que nuestros hijos pasan con ellos, si es que queremos hacerlo.

Usemos los juegos para educar

Como vimos ayer, hay una variedad enorme de videojuegos donde elegir. No necesariamente tenemos que acabar jugando a matar marcianitos porque hoy en día hay juegos de todo tipo.

Ajedrez: Hay estudios que relacionan el hecho de jugar al ajedrez con mejores notas en el colegio, así que podemos enseñar a nuestros hijos a jugar al ajedrez desde un entorno más atractivo para ellos.

Estrategia: hay muchísimos juegos de estrategia que requieren pensar, razonar, trabajar en equipo y entender muchísimos factores para avanzar en el juego

Juegos con números: hay una cantidad enorme de juegos pensados para mejorar nuestros conocimientos numéricos, para trabajar las sumas, las restas, las fracciones, para entender las centenas….

Dominó, parchís, sudokus: los juegos tradicionales también están presentes en los dispositivos móviles y tabletas

Puzzles: de todas las dificultades y con muchísimas posibilidades

Memory: con imágenes, con palabras, en distintos idiomas…

Laberintos y juegos de orientación espacial

Mascotas Virtuales: como nuestro querido Caramelo

Cuentacuentos interactivos, que nuestros hijos pueden tocar, que se mueven y suenan

Juegos físicos, con las videoconsolas de séptima generación se puede jugar y moverse al mismo tiempo (Wii, Xbox…) hay juegos de tenis, de golf…de todo lo que se te ocurra y desde luego no se puede considerar que son juegos sedentarios

No tienen tanto tiempo

Muchas veces decimos que nuestros hijos pasan “todo el día” con los videojuegos, pero si nos paramos a pensar en lo que estamos diciendo, nos damos cuenta de que esto no es posible porque los niños que van al colegio hasta las 5 de la tarde no salen y los que estudian en casa, también hacen muchas otras actividades.

Luego tienen que hacer los deberes, ir a clases extraescolares (si las tienen), bañarse, etc. osea que en realidad no tienen tanto tiempo para jugar con las pantallas.

Los fines de semana son otra cosa distinta porque tienen más horas y muchas veces al tener restringido  el acceso a los videojuegos entre semana, están casi desesperados por jugar a sus juegos favoritos.

Yo creo que cuanto más les prohibimos a nuestros hijos jugar con los videojuegos, más ganas tienen ellos de hacerlo…ya sabemos que lo prohibido siempre atrae.

De todas formas no quiero que pase tanto tiempo con los videojuegos…¿qué hago?

Si aun así, después de todo lo que has leído, consideras que tu hijo pasa demasiado tiempo con las pantallas hay varias cosas que puedes hacer:

Revisar tu propio comportamiento: si quieres que tu hijo esté menos rato pendiente del tablet lo primero que debes hacer es estar tú mismo menos tiempo con tu smartphone. Ya sabemos que los niños nos imitan y que la mejor forma de conseguir un comportamiento adecuado es ser un buen ejemplo a seguir.

Negociar: un niño que puede jugar con un dispositivo móvil no será un bebé y seguro que puede negociarse con él. Se puede utilizar una reunión familiar para ver alternativas o bien se puede llegar a un acuerdo de otra forma. Por ejemplo se puede acordar que no se puede jugar con el ordenador hasta que todos los deberes y tareas estén terminados, o se puede poner un límite horario (por ejemplo media hora al día…o lo que se considere en cada casa). Pero siempre que sea algo en lo que el niño esté de acuerdo para asegurarnos que la regla se cumple de buena gana.

Ofrecer alternativas de ocio: es muy injusto que no dejemos a los niños ni ver la televisión ni jugar al ordenador pero que les pidamos estar en casa, sin armar jaleo ni molestar. Seguro que si a un niño le ofrecemos alternativas de ocio compartido con nosotros, tendremos más posibilidades de evitar que acabe jugando a los videojuegos: manualidades, paseos en bicicleta, una excursión, visitar a un amigo, practicar algún deporte juntos…

Mi conclusión

Yo pienso que los videojuegos no son malos “per se” ni deberían limitarse a no ser que se observe un comportamiento realmente preocupante.

Podemos usarlos en nuestro propio beneficio con juegos de estrategia o de los que ayudan a aprender.

Podemos aprovechar nuestra preocupación por los videojuegos para mirarnos el ombligo y detectar comportamientos no adecuados por nuestra parte.

También podemos jugar juntos y aceptar los videojuegos como un juguete más.

Y sobretodo, podemos ofrecer alternativas a nuestros hijos, pasando tiempo con ellos y disfrutando de nuestra mutua compañía.

¿Y vosotros qué opináis? ¿Son realmente tan malos los videojuegos?