crianza-apego_10añosdespues

Muchas veces he contado que cuando nació mi hija mayor todo mi mundo se puso del revés.

Nunca había escuchado los términos tan conocidos ahora: crianza con apego, colecho, crianza consciente, etc. de hecho, mi idea de crianza era bastante opuesta a la que tengo ahora, así que os podéis imaginar que mi golpe de realidad fue bastante brutal.

Mi hija no era un bebé peluche (comer y dormir) como yo me esperaba y gracias a ella, tuve que replantearme mis creencias, leer, aprender, leer más, seguir aprendiendo, leer más todavía y ser consciente de que esto es un aprendizaje continuo que no acaba nunca y de que es maravilloso que sea así.

Antes de ser madre pensaba que sabía mucho de niños e incluso me atrevía a opinar (lo siento por los que tuvieron que aguantar mis teorías), después de ser madre me di cuenta de que no sabía nada.

Y ahí estaba yo, con mi bebé preciosa que dormía poco, lloraba mucho y mamaba muchísimo también.




Con el tiempo fuimos encontrando nuestro equilibrio, yo fui sintiéndome más segura de mi misma, conforme iba aprendiendo más cosas tenía que replantearme cosas nuevas, pero lo que estaba clarísimo tanto para mi como para mi marido es que nuestra hija iba a criarse con apego.

Y ahora que mi hija mayor ya tiene diez años y mi hija pequeña cumplirá 6 en pocas semanas, creo que es un momento perfecto para hacer balance.

Las profecías no se cumplieron

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“No duermas con tu bebé o nunca saldrá de tu cama”

“Desteta a tu hijo o tomará pecho hasta que vaya a la universidad”

“Si no le dejas llorar será un malcriado”

“No lo cojas mucho en brazos que se acostumbra”

“Ignora sus rabietas para que no te tome el pelo”

“Tiene que estar solo para que sea más independiente”

“Hay que castigar a los niños para que cumplan las normas”

” Dale un cachete para que sepa quién manda en casa”

¿Sabes qué? todo mentira.

Mis hijas ya no toman pecho ninguna de las dos, no me piden estar en brazos, cumplen las normas y son personas sanas, equilibradas, respetuosas y maravillosas.

Y no hemos necesitado ni dejarlas llorar ni darles ningún cachete.

Y las hemos cogido en brazos todo lo que hemos querido (más bien, todo lo que nos han dejado).

Y hemos dormido con ellas hasta que ellas han querido marcharse (de hecho, mi hija pequeña aún duerme conmigo y yo encantada).

Y nunca les hemos dado un cachete.

Los niños criados con apego NO son más dependientes

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Más bien todo lo contrario.

Las investigaciones demuestran que si el sistema de respuesta al estrés tiende a reaccionar en exceso (bebés que lloran solos en la cuna, separaciones tempranas entre el bebé y su figura de apego, niños ignorados en sus rabietas durante horas, etc.) el niño tendrá mucha más tendencia a sufrir depresión, ansiedad o comportamiento agresivo en la edad adulta. Sin embargo una persona que ha desarrollado sistemas de regulación de la tensión gracias a un apego seguro en la infancia, es capaz de pensar bajo presión y de superar los problemas de la vida saliendo reforzados (J. Bowly, El apego y la pérdida).

Es decir…la crianza con apego no evita los golpes que te va a dar la vida, pero sí te da herramientas para superarlos.

[Tweet “La crianza con apego no evita los golpes de la vida, pero sí te da herramientas para superarlos.”]

En palabras del psicólogo Alberto Soler “Si queremos lograr adultos maduros e independientes tenemos que empezar desde el momento cero, fomentando la creación de un apego seguro desde el cual nuestros hijos se lancen a la aventura de explorar el mundo. El desarrollo de este apego seguro es una forma estupenda de favorecer una elevada autoestima, independencia y buena salud mental en la edad adulta.”

Y es que la evidencia científica dice lo contrario de lo que cuenta la vecina del quinto.

En estudios con adolescentes se ha visto que los que han crecido con apego seguro y en un entorno amoroso, tienen menos ansiedad, sentimientos de rencor hacia los padres y al contrario de lo que podría pensarse, son más independientes emocionalmente (para más información puedes consultar la Tesis Doctoral del psicólogo Franciso Sanchís “Apego, acontecimientos vitales y depresión en una muestra de adolescentes“).

Mis hijas son muy maduras (algo que nos dicen sus profesores constantemente), respetuosas, independientes, piden ayuda cuando la necesitan y muy autónomas para su edad.

Muchas veces me dicen que tengo mucha suerte con ellas y en parte es cierto, porque son fantásticas y soy muy afortunada de ser su madre, pero la forma en la que son criadas tiene mucho que ver en esto.

Los niños criados con apego SI tienen límites

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Mucha gente confunde criar de forma respetuosa con la ausencia de normas y límites y es una gran equivocación.

En mi casa hay normas, algunas iguales que en otras casas y otras diferentes, pero hay normas. Porque vivir en sociedad significa saber respetar las normas que nos ayudan a convivir sin molestar a los demás.

La diferencia es que yo les explico las normas a mis hijas de forma respetuosa y las veces que sean necesarias, en lugar de tomar el camino (fácil) del castigo o la represión.

Nosotros (mi marido y yo) entendemos que las normas son para todos y que la mejor forma de explicar algo es con el ejemplo. No entendemos el doble rasero con el que funcionan muchos adultos: yo puedo pegar pero tú no, yo puedo comer basura pero tú debes comer verdura, yo puedo gritar pero tú debes hablarme con respeto…

En definitiva, estoy/estamos orgullosos de nuestras hijas y de la crianza que estamos viviendo. Ver que nuestras hijas son personas maravillosas que van creciendo con una salud emocional fuerte, con una actitud positiva frente a la vida, que son valientes, seguras y autónomas, nos hace muy felices y nos reafirma a continuar con nuestra manera de criar.


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