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Como todos los lunes contamos con Mireia Long para que nos hable de temas relacionados con la crianza y la educación de nuestros hijos que pueden cambiar nuestra vida a mejor.

Mireia_LongMireia Long es Co-directora y fundadora de La Pedagogía Blanca. Experta en antropología de la crianza y la educación, en pensamiento divergente, en establecer límites sin castigos y comunicación no-violenta, en aprendizaje online y cooperativo, en organización de espacios educativos y en altas capacidades.

Licenciada en Geografía e Historia, profesora, conferenciante, madre homeschooler. Ha trabajado además como periodista, publicista y actriz. Autora de los libros: “Una nueva maternidad” y “Una nueva paternidad”.

Después de habernos explicado ¿Por qué perdemos el control y gritamos a nuestros hijos? y habernos dado pautas para dejar de gritar, hoy nos habla de dos recursos estupendos para educar sin violencia: el cuaderno de bitácora y la silla de pensar.

Recursos para educar sin violencia: el cuaderno de bitácora y la silla de pensar

En los cursos de la Pedagogía Blanca trabajamos con múltiples recursos prácticos para conseguir educar sin violencia. Son sencillos y altamente efectivos y sobre todo, los padres pueden incorporarlos a su vida diaria con facilidad, solo es necesario el poner un poco de esfuerzo en ello.

Hoy os vamos a explicar dos de ellos: el cuaderno de bitácora y una manera especial de usar la silla de pensar.

Un cuaderno de bitácora es el libro en el que los marinos, en sus respectivas guardias, registraban los datos de lo acontecido. Si sois fans de Star Trek seguro que recodáis a los capitanes redactándolo. Trasladado a la crianza y la educación es un recurso que os servirá de mucho y que podéis adaptar a vuestras necesidades.

Tanto en la crianza como en el aprendizaje el cuaderno de bitácora os va a ofrecer la posibilidad de recoger diariamente vuestras impresiones y avances para poder, con una rápida mirada posterior, hacer un análisis de los avances. Si vuestra preocupación es como conseguir manejar mejor vuestros enfados y acompañar el crecimiento y la educación de vuestros hijos de manera más armoniosa os va a servir. Si queréis tener claro lo que vuestros hijos están aprendiendo, cuáles son sus intereses y cuáles son los temas que posteriormente vais a poder presentarles para que sigan profundizando, también.

Lo primero que os pedimos es que compréis un cuaderno o agenda bonito, que os hagan sentir con ganas de escribir. Es importante que sea algo que os apetezca usar. La mayoría de las familias optan por un cuaderno de papel con tapas bonitas y de tamaño medio, que sea manejable incluso en la cama.

Cada día, o mejor, cada noche, hay que dedicarle un máximo de cinco minutos. No os pedimos ni os aconsejamos más. No es un diario, sino un registro de ideas y hechos relevantes. Tened, primero, claros vuestros objetivos: mejorar como padres, descubrir que estrategias mejoran vuestra relación con los niños, cuáles son sus necesidades, cuáles son sus avances de aprendizaje…

Y entonces, cada noche, antes de ir a dormir, cuando estéis tranquilas, escribid. Escribid poco, no más de diez líneas o un esquema de diez puntos. Anotad que ha sucedido, que ha disfrutado vuestro hijo, como os habéis sentido él y vosotras, qué cosas le han emocionado o ilusionado, cuando habéis detectado que se acrecentaba la tensión. Y haceos un propósito para que el día siguiente sea mejor, más amoroso, más creativo y más feliz para vuestra familia. Conoceos y conoced a vuestro maravilloso hijo. Reconoced sus avances, sus logros, su pasión, su alegría y su generosidad.

Luego, semanal, mensual, trimestral y anualmente, hacer un repaso para poder analizar qué puntos podéis mejorar. Os aseguro que este cuaderno de bitácora se convertirá en un recurso indispensable en vuestra maternidad y paternidad.

Seguimos con nuestros recursos para educar sin violencia. Estos recursos pretendemos que los padres los podáis usar a diario y que os ayuden a controlaros en esas situaciones en las que, por la razón que sea, sentís que os estáis desbordando y vais a perder el control. La silla de pensar, os va a ser muy útil.

Los psicólogos conductistas proponen que al niño se le acostumbre a ir a un rincón o silla para tranquilizarse cuando está actuando de manera que el adulto no acepta. Lo que os invitamos es a usar vosotros la silla de pensar.

No tiene que ser una silla, ni un rincón (es feo eso de mandar a alguien al rincón). Basta con que hagáis algo muy sencillo. Dar un paso atrás puede bastar. En otras ocasiones si os puede hacer hasta falta apartaros y salir de la habitación (siempre, por supuesto, que la seguridad del niño esté garantizada y tenga edad suficiente para aceptar que dejéis de estar delante de su vista). Si hay alguien más en casa, pedidle que se haga cargo de la situación mientras os tranquilizáis y pactar con esa persona alguna manera de transmitirle que estáis desbordados, para que tome las riendas de la situación antes de que estalléis. Es clave que sepáis reconocer los síntomas físicos que son previos a la explosión, si no los conocéis, me comprometo otro día a guiaros en ellos.

A partir de los tres o cuatro años vuestros hijos pueden entender que necesitéis un momento de reflexión y tranquilidad y lo agradecerán cuando os vean volver a la situación con mayor serenidad. Eso, además, tiene un efecto educativo, ya que ellos sabrán que mejor que pegar gritos, hay que buscar un espacio de relajación (o para gritar sin agredir al otro con palabras o gestos violentos).

Aprended a hacerlo detectando la tensión propia o de los pequeños antes de que estalle, cosa que ya veremos más adelante como evitar más concretamente, pero seguro que os conocéis lo bastante para ir trabajándolo ya.

Todos a veces necesitamos gritar, llorar, o maldecir, pero nuestros hijos no están preparados para que lo hagamos delante de ellos y mucho menos que las palabras duras salgan de nuestros labios, ellos no son culpables de que la vida se nos complique o de que las exigencias nos superen.

Pensad que los niños no tienen los recursos que nosotros tenemos y precisamente aprenden de nuestro ejemplo. Si queremos enseñarles a pararse a pensar antes de hacerlo nosotros, hagámoslo, y retirémonos unos instantes o unos minutos hasta poder afrontar las situaciones reaccionando serenos, no de manera impulsiva. Usad vuestra silla de pensar. Y contadnos si os ayuda.

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Mireia Long