Hay padres a los que les parece bien gritar a sus hijos, no lo consideran una falta de respeto y piensan que están en su derecho de hacerlo. Seguramente estos padres no estén leyendo este post, porque por regla general todos los padres entendemos que gritar no es la solución ni es algo de lo que sentirse orgullosos.

De hecho hay muchas iniciativas creadas por padres para conseguir dejar de gritar a sus hijos, como el desafío del rinoceronte naranja o grupos de facebook en el que se dan ideas y apoyo, así que no es algo aislado sino más bien todo lo contrario.

Sinceramente pienso que los adultos gritamos a nuestros hijos, más que por sus acciones, por nuestra propia desesperación (cansancio, exceso de trabajo o responsabilidad, preocupaciones) porque de hecho, a veces una misma trastada hecha un día en concreto no nos hace gritar y lo mismo hecho otro día que estamos preocupados por algo, nos hace saltar.

Como yo no soy experta en este tema, he querido consultar con Mª Pilar Gómez porque ella acompaña a padres que quieren sanar su historia familiar, para evitar transmitir a sus hijos sus cargas personales; y a adultos que desean dejar atrás los problemas emocionales continuos y formas de pensamiento con los que se causan sufrimiento, como en el proyecto “Viaje al interior“.

Según su opinión “los demás no provocan nada en mi que yo no pueda controlar” y por tanto “gritar o no gritar es siempre una forma de defensa, de exigencia, de desahogo, de coacción. Cada uno de nosotros puede buscar en si interior el motivo. Como profesional, el origen más común es la irritabilidad debido a múltiples factores: exceso de responsabilidades, de cansancio, soledad y frustraciones. También suele estar vinculado a las expectativas que tenemos como padres sobre nosotros y sobre nuestros hijos. Y como tercer causa más común está el hábito de gritar, transmitido de forma generacional, lo que lleva a actuar de forma automática incluso cuando el grito no está justificado“.

Los demás no provocan nada en mi que yo no pueda controlar, puedo dejar de gritar a mis hijos Clic para tuitear

Resumiendo entonces los adultos gritamos a nuestros hijos por estos motivos:

  1. Irritabilidad del adulto (cansancio, exceso de responsabilidad, etc.)
  2. Expectativas no reales sobre lo que deben hacer nuestros hijos.
  3. Hábito heredado.

En opinión de Mª Pilar “estas 3 causas se retroalimentan con el efecto que provocan: de algún modo funcionan, casi siempre por el miedo que causan los gritos. Es decir, se trata de una reacción de autodefensa y por eso nos encontramos con niños que solo reaccionan cuando gritamos.

Una vez entendemos por qué gritamos es más fácil dejar de hacerlo ¿no te parece? porque cuando somos conscientes de nuestra propia frustración, nuestros límites y nuestros errores, podemos hacer algo para evitarlo.

En palabras de Mª Pilar “Cuando reconocemos el papel de la frustración personal y la escasez de recursos para escuchar y crear un ambiente participativo en casa, entonces hemos puesto la primera piedra para transformar esas interacciones familiares, que no es otra que la responsabilidad. Cuando ponemos el foco en ellos en que grito porque “no me hacen caso” estoy poniendo mi conducta en sus manos, cedo mi poder personal y me sitúo cómodamente como víctima de los niños.

Poner el foco en nuestra responsabilidad cuando gritamos es lo primero para terminar con los gritos Clic para tuitear

Además, Mª Pilar recomienda hacer un registro durante una semana meramente informativo en el que apuntemos cuáles son las situaciones que nos hacen gritar para buscar un patrónEs decir, gritamos casi siempre en las mismas situaciones e incluso a las mismas horas cada día. Todas esas situaciones tienen un factor común: el cansancio, la prisa, la frustración de repetir el mismo mensaje 8 o 10 veces… Cuando ponemos luz sobre ello entonces podemos cambiar la dinámica y la perspectiva sobre lo que ocurre. Y lo mejor: puedo involucrar a mi hijo para que ambos pongamos de nuestra parte para transformar toda esa tensión.

Para mi lo ideal es que entre todos se busquen las soluciones para que la convivencia familiar sea pacífica y placentera.

Las reuniones familiares son un recurso estupendo para esto o simplemente hablar con nuestros hijos, explicarles que estamos trabajando para dejar de gritar y necesitamos su ayuda en forma de ideas ¿podemos adelantar la hora del baño o de la cena? ¿podemos acordar que avisaremos con antelación antes de salir de casa pero que cuando sea la hora significa que nos vamos? ¿podemos irnos de la habitación cuando nos notamos a punto de explotar? ¿podemos levantarnos un poco antes para no tener que correr y terminar enfadados todas las mañanas? etc.

Cada familia puede encontrar su punto de encuentro, sus puntos débiles y la forma de resolverlo.

Y desde luego lo que debemos tener claro es que no somos perfectos, nos vamos a equivocar, no saldrá todo bien a la primera, pero nuestra intención de trabajar para no gritar a nuestros hijos debe permanecer. Si un día perdemos los nervios, pedimos perdón y continuamos con el plan.

¿Qué opinas? ¿Es posible criar a los niños sin gritar? ¿Hay algún truco que te haya servido? te leo en los comentarios.

 

Si quieres ampliar información sobre el tema te invito a leer este post de mi amiga Lourdes en Scrapping para dos.