Hay personas pesimistas que creen que sólo los hombres importantes, los gobiernos o los ricos pueden cambiar las cosas. Yo estoy plenamente convencida de que podemos cambiar el mundo desde nuestras casas, con la crianza de nuestros hijos porque no hay trabajo más importante que ese (y más complicado también).

Eso de que el amor mueve el mundo se dice mucho pero en el fondo muy poca gente lo cree, sin embargo, cuando una persona tiene un accidente o se encuentra al final de su vida ¿en qué piensa?

¿Crees que piensa en esa reunión tan importante que le salió tan bien? ¿O crees que se siente orgulloso de cuando consiguió la cuenta de esa empresa tan grande?

No.

Toda la gente al final de su vida piensan en las personas a las que quieren: su familia, sus amigos más queridos y si recuerdan algo con cariño siempre es algo relacionado con el amor.

Por eso me encanta la campaña de Divina Pastora “La otra economía” en la que se habla de la importancia de la economía del cariño, no del dinero y te invita a ser parte de la solución “invirtiendo” en esta otra economía en forma de voluntariado.

Yo repito muchas veces que la crianza positiva y con cariño, no convierte a los niños en malcriados caprichosos y futuros delincuentes, todo lo contrario, los convierte en personas íntegras, honestas, positivas, que respetan a los demás, generosas, con pensamiento crítico y opinión propia y con ganas de cambiar las cosas.

Desde hace muchos años la ciencia opina lo mismo y ya lo vislumbró Bowlby en el siglo pasado con su “teoría del apego” en la que se entendió mejor el comportamiento humano y se comprendió que los bebés y niños pequeños necesitan una figura de apego con la que conectarse y esto es tan importante como el alimento.

También Mary Ainswort con sus experimentos pudo ver los tipos de apego y nos explicó que un apego seguro en la primera infancia puede asegurar una mejor salud emocional en la edad adulta.

Igualmente Claude Steiner con “La economía de las caricias” donde nos explica los efectos que produce en el ser humano la carencia de afecto.

Las personas necesitamos dar y recibir cariño, está más que demostrado. Nuestra salud mental y emocional depende de ello así que yo te invito a poner tu grano de arena.

A que no te quedes sentado esperando que el mundo cambie.

Te invito a ser parte del cambio y puedes empezar con la crianza de tus hijos, ofreciéndoles cariño y respeto, enseñándoles que hay otra forma de hacer las cosas, explicando los motivos y los límites no usando los castigos para que los cumplan.

Es más difícil y cansado criar de forma consciente y con respeto, pero te aseguro que vale la pena.

Para más información sobre la campaña “La otra economía” puedes visitar la web www.laotraeconomia.com