En los últimos años parece que se ha puesto de moda el uso de probióticos para diferentes temas: problemas gastrointestinales, restablecimiento de la flora, fortelecer el sistema inmunitario dañado, etc.

Pero empecemos por el principio ¿qué son los probióticos? Según la Organización Mundial de la Salud con “Microorganismos vivos que, cuando son suministrados en cantidades adecuadas, promueven beneficios en la salud del organismo anfitrión”.

Para que nos entendamos, son microorganismos vivos que pueden competir con otros microorganismos nocivos para impedir que crezcan más de la cuenta o para hacer que disminuyan en caso de que ya tengamos una disbiosis (un crecimiento exagerado de estas bacterias que altera el equilibrio).

Estos probióticos compiten por el alimento de los microorganismos patógenos, por su ubicación en las paredes del intestino, disminuyen el pH haciendo el ambiente sea hostil para los patógenos, etc.

Desde que el científico ruso Elie Metchnikoff planteó la hipótesis que comer productos lácteos fermentados mejoraba la salud y aumentaba la longevidad de los campesinos búlgaros y pensó que sería posible modificar la flora intestinal sustituyendo a los microorganismos dañinos por microorganismos útiles ha pasado mucho tiempo y el mundo de los probióticos ha evolucionado muchísimo porque ahora podemos encontrar probióticos indicados para muchas cosas diferentes:

  • diarrea
  • estreñimiento
  • regular la flora intestinal tras un tratamiento antibiótico
  • mejorar la inmunidad
  • disminuir la inflamación intestinal de ciertas enfermedades
  • etc.

Podemos encontrar probióticos en alimentos (kéfir, chucrut), en medicamentos y en complementos alimenticios y debemos saber que no todos los probióticos “sirven para todo” por eso es mejor utilizar los indicados para cada ocasión en caso de necesitarlos.

¿Y para los niños también?

Los niños también pueden beneficiarse de tratamientos probióticos como por ejemplo el probiótico intestinal para niños de Lactoflora que está diseñado específicamente para que los niños puedan regular su flora intestinal con lactobacilos y bifidobacterias vivas.

Para que nos hagamos una idea, sería como un yogurt probiótico de los que salen en la tele pero a lo grande.

Vienen en cajas con siete viajes que no necesitan mantener en frío (importante porque muchos probióticos necesitan frío para mantener sus propiedades intactas).

Lo que más me gusta del producto:

  • sabe a fresa por lo que los niños lo toman felices
  • es apto para niños intolerantes a la lactosa, diabéticos y celíacos
  • tiene fibra prebiótica, aloe vera y vitaminas

Mi hija tuvo estreñimiento y lo ha estado tomando para regular su función intestinal y hay que decir que sin olvidar otras medidas que se pueden tomar como beber mucha agua, tomar alimentos con fibra, etc. ha sido un tratamiento muy positivo.

Así que como yo también necesito de vez en cuando regular mi microbiota intestinal voy a tomar durante esta semana la versión para adultos que seguro que me viene muy bien 😉

¿Has probado los probióticos alguna vez? ¿Me cuentas tu experiencia?

 

 

  • Post he escrito en colaboración con Lactoflora