La mayoría de los adultos que conozco tienen una queja común contra sus padres y es lo poco que jugaron con ellos cuando eran niños.

Sin embargo, cuando nos convertimos en padres y las responsabilidades nos abruman, se nos olvida que una vez fuimos niños que querían jugar con sus padres y no pensamos en que nuestros hijos pueden pensar lo mismo cuando sean adultos.

A veces es complicado ponerse a jugar y olvidarse del resto: el trabajo, las llamadas de teléfono, la colada, la compra, arreglar esa lámpara, preparar la cena…lo entiendo perfectamente. Pero si nos paramos a pensar al final del día ¿cuánto rato hemos dedicado a jugar con nuestros hijos? A jugar de verdad, no vale jugar mientras hablas por teléfono o pones una lavadora.

¿Cuántos minutos has dedicado toda tu atención a tus hijos?

Laura Gutman siempre dice que si todos dedicáramos 15 minutos al día a jugar con nuestros hijos, todo sería más sencillo…¡15 minutos! Parece poquísimo, pero si hacemos la prueba es muy difícil pasar de verdad 15 minutos jugando sin pensar en el trabajo pendiente o levantarte todo el rato a recoger cosas. Os invito a comprobarlo, yo que siempre digo que juego muchísimo con mis hijas, estuve tentada varias veces de levantarme mientras estaba jugando.

Y es cierto que juego mucho con ellas, pero casi siempre estoy dedicándole mi atención también a otras cosas y eso no es jugar de verdad. Así que desde que hice la prueba, cuando mis hijas me piden atención o que juegue más con ellas, lo tomo en cuenta porque tienen razón.

Además, la ciencia nos anima a jugar con nuestros hijos, porque se ha demostrado que los momentos de relación intensa con los padres, activan los opioides del cerebro y tal vez también la dopamina, permitiendo así que el niño se sienta contento, vivo y querido.

Cuando son los niños los que llevan la voz cantante en los juegos, la activación de opioides es mayor y estas sustancias reducen la presencia de sustancias que favorecen el estrés y los comportamientos agresivos, por lo que los niños se sienten mucho mejor y con más autoestima.

Sue Jenner, autora de Aprender a Ser Padres Una Guía Infalible para Una Familia Feliz, comprobó en el Hospital de Maudsley como los juegos liderados por los niños intensificaban el vínculo entre padres e hijos y mejoraban el comportamiento de niños proclives a la agresividad. Estos niños se sentían mejor y se comportaban mejor socialmente después de jugar con sus padres de esta manera.

Creo que vale la pena hacer un esfuerzo y jugar con nuestros hijos el máximo tiempo posible. Sus recuerdos de la infancia pueden ser felices sólo con esto.