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Hoy estrenamos una nueva sección en la que contaremos con Mireia Long para hablar de maternidad, aprendizaje, educación infantil, etc.

Contar con Mireia para que escriba en mi blog es como un sueño hecho realidad, porque para mi es una auténtica Blogstar y ha sido uno de mis referentes cuando me he sentido perdida e insegura al convertirme en madre.

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Mireia Long es Co-directora y fundadora de La Pedagogía Blanca. Experta en antropología de la crianza y la educación, en pensamiento divergente, en establecer límites sin castigos y comunicación no-violenta, en aprendizaje online y cooperativo, en organización de espacios educativos y en altas capacidades.

Licenciada en Geografía e Historia, profesora, conferenciante, madre homeschooler. Ha trabajado además como periodista, publicista y actriz. Autora de los libros: “Una nueva maternidad” y “Una nueva paternidad”.

Hoy quiere hablarnos de la crianza consciente a partir de los 3-4 años. Algo muy importante porque mientras nuestros hijos son bebés o están con nosotras nos sentimos más empoderadas criándoles, pero parece que cuando se hacen más mayores y empiezan en el colegio, se nos olvida todo y acabamos comportándonos como no queremos hacerlo.

Seremos madres toda la vida

Ser mamá es algo que os ocupará los pensamientos toda la vida. Sin embargo, cuando vuestros pequeños, criados con apego, a los que estáis tan unidas, comiencen a crecer su mundo se ampliará y puede que no todas las experiencias, personas y espacios donde se desarrollen tengan la misma filosofía respetuosa que estáis trabajando con tanto amor. ¿Cómo ser madre más allá de la primera infancia?

Uno de los retos a los que os vais a enfrentar como madres es la escolarización de vuestros hijos. Pero ser su madre no acaba cuando comiencen el colegio ni debería cambiar la relación que tenéis con ellos.

La verdad, las cosas pueden descontrolarse un poco.

Vuestros horarios y los suyos harán que el tiempo que paséis juntos sea más reducido. Además, seamos sinceros, el sistema educativo dista mucho de ser ideal.

Y quiero ser sincera con vosotras, es entonces cuando más importantes vais a ser para que vuestro hijo siga siendo un niño feliz y se mantenga la conexión, confianza y apego que tenéis.

Del colegio los niños pueden llegar cargados de “mierda”, y no me refiero a tierra en la ropa, sino de experiencias negativas con un trato irrespetuoso.

Castigos, etiquetas, mala gestión de las emociones, exigencia de superar etapas evolutivas a marchas forzadas, falta de libertad de movimientos, limitación del juego, las terribles y aburridas fichas y después, los deberes y la exigencia de estudiar de manera memorística. No tiene que suceder, y no va a suceder siempre, pues afortunadamente cada vez hay más educadores que trabajan con el espíritu de la Pedagogía Blanca, pero sucederán y hay que estar preparadas.

Nuestra propia educación y escolarización, la presión del entorno y la falta de tiempo nos pueden hacer sentir que lo que hemos delegado en la escuela ya no es, completamente, nuestro trabajo y nuestra responsabilidad, o que, aunque queramos cambiar las cosas, las posibilidades son muy pequeñas.

Y existe el riesgo de rendirse, dejarse llevar, convertirse en extraños que exigen a los niños cosas que nosotras, de propia iniciativa, jamás exigiríamos.

No es obligatorio que os convirtáis en autómatas que basan su relación en supervisar que el niño haga sus deberes, lleve sus libros y fichas al día o acuda a las extraescolares. Eso no es, estoy segura, la maternidad que deseáis. Pero, ¿podéis evitarlo?

Por supuesto que podéis. Y os voy a dar algunos consejos sobre cómo conseguirlo, además, me comprometo a seguir, en las próximas semanas, colaborando con Maternidad Continuum, para orientaros en los temas de educación, escolarización y aprendizaje que más os preocupen, siempre con la perspectiva de la Pedagogía Blanca.

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Vamos por los consejos.

Primero: recordad que delegar una parte de la educación de vuestros hijos en los profesionales no es entregarles la responsabilidad de la educación y el aprendizaje.

Tenéis derecho a plantear opciones, dudas y quejas si consideráis que la escuela no está ofreciendo una experiencia enriquecedora y respetuosa a los niños. Puede que encontréis maestros poco receptivos a cambiar su sistema, reducir los deberes o dejar de usar los castigos, pero también os aseguro que vuestra intervención puede ser muy positiva, animándolos a recordar o a activar esa vocación que les hizo elegir esa profesión.

Muchos educadores sienten el deseo de reciclarse, de mejorar, de observar a los niños y de innovar, y están esperando a esos padres y madres que los apoyen. Si no es el caso, vuestro papel es especialmente importante como guardianes y garantes últimos del bienestar de vuestros hijos.

Si hay que quejarse o delimitar la injerencia de la escuela en vuestra vida privada, lo debéis hacer, pues en el fondo, las personas cuya felicidad, sano crecimiento, equilibrio emocional y opinión os importan de verdad no son los maestros, ni el resto de las mamás del cole, ni la familia, ni el entorno.

Los que de verdad importan son vuestros hijos y vosotras sois sus líderes y su ejemplo.

Si los defendéis de lo que creéis que no es justo, les enseñáis dos cosas muy valiosas, que siempre vais a apoyarlos y que además, es posible responder a las injusticias con acción y no con sumisión.

El segundo consejo trata de vuestro papel como educadoras activas. Por mucho o poco que el niño aprenda en el colegio, no va a aprender solo allí.

Gran parte de su formación seguirá en vuestras manos. A vosotras y a los papás es a quienes más les importa que el niño alcance su potencial, tenga recursos y habilidades y logre alcanzar sus sueños.

Y seguís pudiendo enseñarles muchísimo en el hogar, no solo valores o comportamiento, no solo cuidar sus emociones y construir una relación de diálogo y respeto, que son cosas indispensables, sino también conocimientos.

Tenéis la oportunidad de alimentar en ellos la curiosidad, guiarlos para que descubran los temas que más les apasionan y profundicen en ellos, mantener la llama del placer por aprender viva.

Todo eso supone esfuerzo, tanto o más como el de las noches en vela, los retos de la lactancia, el comprender las emociones y necesidades de un bebé. Pero os aseguro que vuestros hijos lo merecen y que estáis preparadas para hacerlo.

El camino de la maternidad acaba de comenzar. Y como os decía, aquí estoy para ayudaros en las dudas y retos que se os presenten en cuestiones de Pedagogía Blanca.