enfadoOs copio literalmente un relato inventado por Goga, una usuaria del foro de la página Dormir sin llorar. De verdad que no tiene desperdicio y me ha hecho pensar, espero que os guste:Hoy mamá se ha levantado muy contenta. Ha decidido salir pronto a la calle a pasear y a disfrutar el solecito que hace. Mamá ha entrado en una cafetería a desayunar. Mientras esperaba su desayuno, se ha fijado como en la mesa de su derecha una señora se tomaba un trozo de pastel de chocolate. Sim dudarlo, y con el tono cariñoso y amable propio de ella, mamá le ha dicho: “Ayyyyy, ese chocolate, como nos gusta ¿eh? Luego no te quejes si coges quilitos de más…”. Parece que a la señora no le ha gustado el comentario simpático de mamá. Mamá entonces ha observado la mesa de su izquierda, donde había un señor tomando café. Tampoco en este caso mamá ha dudado en ser amable y considerada con él: “Uy, uy, tomando café ya a estas horas…¿Ya podrá dormir luego por la noche?”. No parece que al señor le haya hecho mucha gracia tampoco, por lo que mamá se ha tomado su desayuno y ha decidido continuar su paseo matinal.
Al pasar delante de una terraza, se ha fijado en unos señores de mediana edad que estaban tomando algo. “Qué raro”-ha pensado mamá-“Por la hora que es deberían estar trabajando”, por lo que al pasar por su lado no ha dudado en preguntarles “¿Cómo es que no estáis en el trabajo?”. Mamá aún no ha tenido tiempo de observar la cara de desconcierto de los señores cuando por la acera pasaba una señora fumando, a lo que mamá se ha visto obligada a decirle “Uhhh, el tabacoo, qué vicio eh? Malo, malo, el tabaco” y de un manotazo mamá le ha quitado el cigarrillo a la señora y le ha hecho un recordatorio de todas las enfermedades malas que puede coger esta señora si sigue fumando, y le ha expuesto casos reales que mamá conoce de gente que se ha puesto mala a causa del tabaco. Si es que mamá es muy buena persona.
Pero entonces mamá ha advertido que por la otra acera pasaba una señora con un bolso muy bonito, a lo que mamá no ha dudado en cruzar la calle, dirigirse a ella y decirle “Ohh, que bolso tan bonito! ¿Me lo das?”. La señora se ha cogido su bolso con fuerza y le ha gritado a mamá “No!!! Déjeme en paz!!”, a lo que mamá ante tal falta de educación le ha contestado “Uyy, qué caracter…Pues las cosas de uno se tienen que compartir, eh…”.
Mamá estaba muy contenta con los consejos que daba a la gente que los necesitaba, así que siguió con su paseo. En una calle, había una señora mirando la ropa de un escaparate. Mamá, en su afán por resultar amable y mejorar la sociedad, se ha acercado a la señora y le ha dicho: “Ayyy, que ropa tan bonita, eh. Será que tú no tienes ropa en casa, que encima quieres más y seguro que tienes el armario lleno de trapitos que ni te pones, eh”.

Llegado este punto mamá estaba ya un poco cansada de ejercer de ciudadana educadora, así que como ya era media mañana decidió sentarse a una cafetería a tomar algo y reponer fuerzas. Eran las doce del mediodía. El señor de la mesa de delante de mamá le dice a la camarera: “Tráigame una caña y una tapita por favor, que he desayunado a las 8 y ahora tengi un hambre…”, a lo que mamá, al oír esto, se ha dirigido al señor y muy amablemente le ha dicho “Luego no tendrá hambre para comer!”.

Entonces mamá, después de descansar un poco, ha vuelto muy contenta y feliz a casa, sintiéndose muy bien porque gracias a sus consejos seguro que la gente estará mejor educada.


Creo necesario destacar que esta mamá, bastante cansada de que la gente bienintencionada (o malintencionada) se meta en su vida, ha escrito este relato intentando que nos pongamos todos en la piel de un niño al que cualquier persona, conocida o no, puede criticar, juzgar y ridiculizar.

Al hijo de Goga un desconocido le recriminó por comer chocolate porque le saldrían caries, otra persona que no conocía le quitó el muñeco preguntándole si se lo daba y ante la negativa del niño le dijo que era un maleducado egoista que no sabía compartir.

Otro día un extraño le quitó el chupete diciendo que era un vicio muy malo y luego en la panadería comprando el pan con su madre, la panadera le hizo prometer que no se lo iba a comer para que no le quitara el hambre, porque si no, no se lo vendía!!

Estas escenas las hemos vivido todos lo que tenemos hijos y sin embargo nunca he visto a ningún extraño recriminar a un padre por pegar o insultar a su hijo en el parque…curioso mundo este.