madre

Hoy cedo mi blog a una lectora que quiere compartir contigo el cambio que ha supuesto en su vida, el hecho de ser madre: Noelia Romero.

Ella ha puesto en palabras lo que muchas madres hemos sentido alguna vez al darnos cuenta de cómo hemos cambiado y cómo ha cambiado nuestra vida al convertirnos en madres.

Mi cambio interior

Quiero hablarte de cómo el nacimiento de mi hijo me cambió por dentro.

No quiero contarte mi experiencia en el parto porque no fue como esperaba, ni como planeé, ni como soñé. Y sigo esperando que esa herida cicatrice y duela menos ( la otra ya lo hizo).

He descubierto que un hijo es un regalo de la naturaleza que me ha conectado a la mía propia, a mi yo interior, a esa que no sabía que existía.

Cada día aprendo cosas de él, sobre él, de mi y sobre mi que no dejan de sorprenderme.

Desde el primer minuto le observo e intento acompañarle en su descubrimiento del mundo. Es una oportunidad maravillosa de revivir ese aprendizaje que una vez yo misma hice…hace taaantos años.

Me encanta ponerme en su piel e intentar experimentar sus sentimientos y emociones. Eso me permite empatizar con él y conocerle mejor. Porque aunque sea un ser distinto e independiente también es un trozo de mi misma. De algo habrán valido los 8 meses que le llevé dentro (jajaja). Nació un poco antes, cuando estuvo listo y yo cansada de esperarle e impaciente por verle.

Me sorprende comprobar que tiene un carácter propio desde el primer instante. Sabe lo que quiere y sobre todo lo que NO. Es su palabra favorita del momento a sus 18 meses. Le explico las cosas como me gustaría que me las hubieran explicado a mi y las entiende…vaya que SÍ.

Ando como loca intentando reconstruirme tras este terremoto que ha sido tenerle. Quiero cambiarlo todo. Desde mi ropa y forma de organizarla hasta mis ideas más profundas sobre crianza.

Ha sacudido mis principios y mis metas. Mis pilares y mis tejados.

Pienso que siempre he seguido el camino por donde quería llevarme la vida y eso ha cambiado. Ahora he descubierto qué quiero hacer, quién quiero ser y no es fácil asumirlo ni llevarlo a cabo. A veces es agotador y otras muy divertido. Pero cada día, aunque esté sin dormir, y la paciencia se me agote y sienta que estoy al límite, sentir su mirada, su amor y su energía me dan fuerzas para seguir adelante. Adelante por un camino nuevo, apasionante, cogida a una mano pequeñita pero muuuuy grande.