Ayer estábamos en el ambulatorio, en la sala de espera, mi hija Alejandra y yo. Ella tiene casi 15 meses por lo que tooodo le parece interesante, así que yo la acompaño en sus exploraciones: la máquina de café, la luz, el señor que está sentado enfrente, los cuadros…

En eso que se abre la puerta del ascensor y sale una mamá con una bebé de edad similar (16 meses tenía, según me confirmó más tarde). La mamá estaba intentando sentar a la niña en el carrito y la niña se quejaba, no muy fuerte ni lloraba, pero se quejaba.

En ese momento la madre suelta una frase que muchas veces me han dicho “¿has visto qué bien se porta esta niña? y tú quejándote y portándote fatal!”. Yo siempre me siento mal cuando me dicen eso…casi nunca respondo nada, simplemente sonrío y me voy porque me sabe fatal por el pobre niño que sale mal parado en la comparación, pero ayer le dije a la madre mientras sonreía “es que nosotras estamos andando”.

Es evidente que un  bebé necesita andar, moverse, ver las cosas y es evidente que no quiere ir sentado en una silla aburrida sin ningún estímulo. Simplemente quise hacerle entender a la madre que no es que mi hija se portara mejor, es que en ese momento se sentía más libre y eso la hace más feliz. Y por supuesto un bebé feliz no llora ni se queja.

Seguro que esas comparaciones las hacen con la mejor de las intenciones, pero me sabe tan mal!