Cuando un hijo llega a una familia, se producen muchos cambios en las relaciones y en la estructura familiar. Cualquiera que lo piense un poco entenderá que esto es lo normal, sin embargo muchas personas creen que su vida no va a verse afectada con la llegada de un bebé y que además, podrán seguir teniendo la misma relación de pareja que antes.

Es evidente que esto no es posible, lo mires por donde lo mires. Alomejor tienes un bebé que duerme todo el día, que no llora nunca y no recibes ninguna visita a deshoras que estresa al bebé y puedes salir a cenar con tu pareja todas las semanas sin sentirte fatal…pero lo más probable sea que tu bebé note tu ausencia y tú también.

En mi caso, mi relación de pareja ha cambiado muchísimo desde que soy mamá. No puedo decir que no haya habido momentos complicados hasta que todo se recoloca, pero una vez cada miembro de la familia ha encontrado su lugar, reconozco que hemos encontrado un equilibrio tranquilo y que me encanta.

El sábado pasado fue mi aniversario de boda. Hasta que tuvimos a nuestra primera hija lo celebrábamos saliendo a cenar o haciendo algún viajecito corto. Ahora nos apetece celebrarlo saliendo a comer a un restaurante que tiene un parque infantil donde mis hijas juegan y se divierten mientras comen. A veces, nos vamos al cine si podemos dejar a las niñas con los abuelos…nuestra vida de pareja ha cambiado mucho, pero nosotros estamos contentos así.

Creo que es importante entender que cuando te conviertes en padre, tu familia cambia y de hecho, debe hacerlo. Todo cambio necesita un periodo de adaptación, pero a la larga, la familia y la pareja sale fortalecida con el cambio.