Alrededor de los dos años, el cerebro de los bebés empieza a madurar a toda máquina y comienza la mielinización del córtex cerebral (que terminará sobre los 4 años). Esto significa que el niño va a adquirir habilidades que dependan del córtex cerebral: hablar, razonar, memorizar, etc. Cada niño a su ritmo por supuesto, pero generalmente este proceso comienza a esta edad.

Esto significa que el niño se empieza a dar cuenta que es una persona diferente del resto, con necesidades y opiniones distintas que además y empieza a querer independizarse. En esta etapa puede querer hacer cosas que sean contrarias a lo que nosotros decimos y el niño como no entiende lo que pasa, se ofusca y estalla porque no puede gestionar la impotencia de no conseguir su deseo.

Con toda esta explicación quiero dejar claro que el niño no estalla porque sea un malcriado, ni porque sea malo, ni porque quiera tomarnos el pelo ni nada parecido.

Muchas personas opinan muy negativamente que el niño “sólo quiere llamar la atención” al tener un berrinche y esto es cierto pero no en el mal sentido que ellos creen. El niño necesita la atención de sus padres, tiene un deseo que no puede obtener y no puede gestionar la rabia que siente al ver negado su deseo…por lo que sí, llama la atención porque la necesita.

Por otra parte, sobre los dos años, los niños necesitan probar constantemente la importancia de las normas con un mecanismo que se denomina transgresión (según la psicóloga Judy Dunn). De esta forma los niños van probando a saltarse las normas y van observando la reacción de los adultos y así van sabiendo lo que es importante, lo que es peligroso y lo que no lo es tanto.

En mi opinión, este mecanismo de transgresión que comenzamos a probar a los dos años, nos dura toda la vida porque ¿quién no prueba a llegar tarde un día al trabajo a ver qué pasa? ¿quién no se toma un café más largo de lo habitual el día que el jefe no está?…pues eso.

Todo es pasajero

Es importante saber que las rabietas terminarán algún día, porque aunque desde el punto de vista evolutivo son necesarias e incluso positivas al ir enseñando al niño lo que puede y lo que no puede hacer, lo cierto es que no son nada agradables.

Este es un mantra que yo me he repetido muchas veces en alguna situación complicada con mis hijas y a mi me ha funcionado bastante bien: todo es pasajero.

Conforme el niño vaya creciendo y vaya adquiriendo más destrezas de lenguaje, de negociación y de razonamiento, se irán pasando las rabietas.

¿Cómo superarlas?

Según la psicóloga Rosa Jové la mejor forma de superar las rabietas se basa en la prevención. Si no ocurren no hay que gestionarlas.

1. Evitación

Tú conoces a tu hijo y sabes lo que suele hacerle estallar. Si evitas ese tipo de situaciones, tendréis todos una vida más pacífica: ir al supermercado sin el niño para que no llore pidiendo golosinas, no comprar chocolate para que el niño no lo vea en casa…

2. Flexibilidad

Rosa Jové dice una cosa que me encanta ¿En cinco años esto importará?

Y es que a veces somos los padres los que nos ofuscamos con una cosa y creemos que es importantísimo que el niño lo haga ahora tal y como decimos nosotros. Parece fundamental que el niño empiece a comer la fruta cuando queremos nosotros, o que recoja los juguetes todos los días, o que se bañe todos los días a la misma hora…¿en cinco años esto importará?

Si lo que pide el niño no es peligroso y en cinco años no importará ¿por qué no dejarle hacerlo?

¿Por qué no puede ponerse unos zapatos de charol con un chándal? ¿Por qué no podemos quedarnos 15 minutos más en el parque? ¿Por qué no podemos dejarle tocar el mando? ¿Por qué no puede levantarse de la mesa? ¿Qué pasa si no se baña un día?…cada uno en su familia tiene sus prioridades en cuanto a las normas y la forma de comportarse, pero un poco de flexibilidad a veces nos viene bien a todos.

3. Distracción

A veces es tan sencillo como proponer otra cosa divertida para evitar la rabieta. Algo que al niño le guste o le apetezca hacer: pintar, leer un cuento, bañarse juntos…

¿Y si ya ha estallado?

Si el niño ya ha entrado en el bucle de la rabieta y no puede salir, sólo podemos acompañarle con amor y comprensión y ayudarle a que lo supere.

Podemos darle un abrazo (si es que el niño lo acepta, porque algunos no quieren contacto), podemos darle un papel y un lápiz para que pinte su rabia, podemos sentarnos a su lado y acompañarles…le explicamos que entendemos su frustración y que estaremos con él hasta que se le pase.

Hay que tener paciencia, saber que el niño no estalla para tomarnos el pelo y no hacer caso de miradas y opiniones de extraños. Si el niño está en plena rabieta necesita por encima de todo amor.

Una vez la rabieta ha pasado, el niño suele necesitar mucho contacto y cariño, necesita comprobar que le seguimos queriendo y que estamos ahí para apoyarle en su aprendizaje.

¿Y vosotros tenéis algún truco para superar las rabietas?