Continúo con la sección “Historias de lactancia” gracias a mis lectoras que son maravillosas y me envían sus relatos.

Hoy os dejo con la historia de Ana María, una mamá que no tenía muy claro el tema de la lactancia pero que al final ha conseguido amamantar a su bebé y disfrutarlo!

Os dejo con su historia

Antes de nacer mi hijo yo no quería dar el pecho, en realidad no sabia mucho sobre la lactancia, solo el tema de los beneficios por que le traspasaba mis defensas a mi hijo, y escuchaba el reiterado discurso de mi mamá y mi suegra que siempre me decían que debía darle el pecho, que le haría bien y demases, sin embargo yo pensaba que mis senos se caerían, que me iba a doler y había escuchado espeluznantes historias de mis compañeras de universidad respecto de pezones agrietados y bebés que hacían sangrar a sus mamás al amamantar. Tenia miedo.
El día en que mi hijito nació no encajo bien, así que lo sacaron por cesárea, me rompieron antes la bolsa y me pusieron occitocina para “ayudar”, sin embargo fue imposible sacarlo por parto normal ( como decimos acá en Chile), el doctor llego un poco tarde y la cesárea no fue complicada pero mi bebito no lo pasó muy bien, estaba atorado y le faltó el aire.
Después de sacarlo se lo llevaron y me lo pasaron 3 horas después, yo estaba agotada pero mis fuerzas volvieron al verlo, la niña que me lo trajo me dijo que me lo pusiera al pecho, le hice caso por que mi instinto me decía que mi hijo lo necesitaba, le costo mucho prenderse al pecho, puesto que movía ansiosamente la cabeza y de tanto moverse se soltaba y lloraba muy fuerte, al final después de varios intentos lograba tomar unos minutos y después con su ansiedad volvía a soltarse y a llorar, eso hasta que se quedó dormido.
Unas horas después volvieron para llevárselo, yo no quería que se lo llevaran pero era una política de la clínica. Le pregunte a la niña que se lo llevaría que iba a pasar si le daba hambre y me dijo que le darían un suero. Yo francamente no tenia idea en ese momento de que estaba bien o mal al respecto, con el paso del tiempo y adquiriendo mas información relacione los acontecimientos y me di cuenta que esos tres largos días en la clínica cada vez que me traían a mi niño el venia con hambre, por eso su ansiedad tan grande.
Obviamente luego de darme cuenta, habían pasado meses, me arrepentí mucho de no haberme informado antes y de no haber procurado algo mejor para mi hijo.
Cuando llegamos a casa el asunto empeoró, luego de una semana mis pezones se habían agrietado, nunca había sentido un dolor como el que me provocaba cuando mi niño se prendía a mi pecho, cuando él lloraba de hambre yo lloraba de miedo al dolor, fui cobarde por llorar pero nunca dejé que pasara hambre, empecé a sacarme leche y a alternar las tomas entre el pecho y el biberón, de esa forma después de 3 semanas ya estaba acostumbrada y mis pezones sanos, tengo un recuerdo muy difuso de esos días, solo recuerdo llorar de dolor y a mi niño siempre queriendo el pecho.
Después del primer mes todo mejoro muchísimo, empecé a leer sobre lactancia, y sobre todo empecé a conocer a mi hijo y a acostumbrarme a sus ritmos, como darle el pecho ya no me resultaba doloroso empecé por fin a disfrutar de la lactancia, a amar ese momento tan nuestro en que podía acunarlo y ver como le seguía entregando vida a través de mi leche, ver como se dormía en mi regazo prendidito a mi, era y sigue siendo maravilloso.
Con el paso de los meses su interés por el pecho no ha disminuido, incluso me hace reir cuando me busca y me tironea para tener mis brazos y su cara de interés cuando le pregunto si quiere “papa”. Cuando estaba embarazada no lo sabia ni lo imagine, pero una de las cosas mas maravillosas de ser mamá es dar el pecho-la vida a mi hijo.
¡Muchas gracias Ana María por esta historia tan bonita y sincera!

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Si quieres leer más historias aquí tienes las anteriores:

– La historia de Eva

– La historia de Sylvia

– La historia de Sandra

– La historia de Carlota

 – La historia de Conchi

– La historia de Carla Candia

– La historia de Ana

– La historia de Susana

– La historia de Isabel María